lunes, 19 de agosto de 2013

De doce Estrellas Coronada



De doce Estrellas Coronada

Padre Juan Manuel del Río C.Ss.R. 


Las palabras dicen más de lo que dicen. Y no es perogrullada. Si por ejemplo, yo escribo: doce estrellas. Doce es un número. Simple aritmética. Pero doce es también un símbolo. Metáfora y plenitud.  

En el Apocalipsis la Mujer aparece coronada de doce estrellas. No es casualidad. El doce en este caso no es un simple numeral, sino un símbolo. Esas doce estrellas están representando a las doce tribus de Israel; y, por consiguiente, a la Humanidad.  

En el número 68 de la “Lumen gentium”, del Vaticano II, se dice: “María antecede con su luz al Pueblo de Dios peregrinante como signo de esperanza y de consuelo”.  

María es un símbolo de unidad de toda la Humanidad. Y el Pueblo de Dios ha tenido siempre un olfato intuitivo e innato para captar las cosas de Dios. El auténtico teólogo es el Pueblo; luego, a continuación y de él, irán surgiendo los teólogos profesionales que irán dando forma y expresión a las grandes intuiciones del mismo.  

En el Pueblo de Dios, María tuvo siempre una especial y exclusiva prioridad. Se trata de la Madre de Dios, se trata de la Mujer radiante del Apocalipsis, se trata de la Inmaculada, se trata de la Mujer asunta a los cielos en cuerpo y alma, se trata de la Madre de toda la Humanidad, Se trata, en definitiva, de la Mujer. Y Ella no es una diosa, pero es la Madre de Dios, por ser la criatura que Dios eligió para hacerse Hombre en Jesucristo. Ella es la Mujer. Única, irrepetible. Es, en definitiva, el gran signo de esperanza para el pueblo creyente.  

Glorificada en el cuerpo, es la exaltación y glorificación de la corporalidad, y por ende, de la sexualidad, como obra magnífica de Dios.  

La dicotomía cuerpo-alma, y entendido el cuerpo como negatividad, cuánto daño ha hecho a la misma persona, a través de los siglos.  

Por distintos motivos e interpretaciones, tanto históricos como teológicos, muchas veces mal entendidos, cuánta negatividad ha caído sobre el cuerpo. Con el agravante de haber pasado de una situación injusta, referente al cuerpo, donde, sobre todo en el orden de la sexualidad, prácticamente todo venía siendo malo, o en el menos malo de los casos, tabú, a otra en que todo se vale. Y así, se ha pasado a endiosar el cuerpo, en detrimento de otros valores imprescindibles para el bien de la persona.  

La glorificación de María nos indica el valor del cuerpo, en armonía con toda la persona. Nos indica también que la vida temporal, por lo mismo, tiene caducidad. Pero que tras la muerte hay un cielo, Dios, que es nuestro destino final.  

Para que haya armonía en la persona es necesario que cuerpo y alma estén en sintonía. Y es necesario ver la vida como el gran regalo de Dios, que es Amor.  

¿Con qué cara nos vamos a presentar ante Dios si hemos negado la belleza del cuerpo? Negar el cuerpo es negar la obra de Dios. Sería como decirle a Dios: te has equivocado.

El ser humano necesita abrirse al misterio y verdad de Dios desde el misterio y verdad del mismo ser humano, a pesar de la historia y de la fragilidad humana.


Fuente: autorescatolicos.org

1 comentario:

  1. La Virgen Maria es madre de dios y madre nuestra, por medio de Maria llegamos a su hijo Jesús. Amén .

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