viernes, 29 de noviembre de 2013

Veneración a María



Veneración a María

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Todos los santos veneran a María.

Aunque María es modelo de discreción y de humildad, siempre está ahí a la hora de servir. No llama la atención, no alza la voz, pero está siempre al lado de Jesús: Toda su vida está consagrada al Señor; al Señor que vive en ti. (C.E. 925).

El Señor sigue viviendo y actuando en la Iglesia. Por eso María está presente en medio de la Iglesia y en ti. Es la Madre de la Iglesia. Y es tu Madre. (C.E. 926)

A pesar de sus diferencias personales, todos los santos tienen un rasgo común: todos aman a la Virgen María.

San Juan, desde el mismo momento en que Jesús le entregó a su Madre al pie de la cruz, la llevó a su casa y fue para ella un verdadero hijo.

San Bernardo, tan devoto de María, no podía dejar de pensar en ella en sus sermones sobre Jesús. El es el autor del Acordaos y de las últimas invocaciones de la Salve: “¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce virgen María!”.

San Alfonso María de Ligorio, ardiente propagador de la devoción a la Virgen María, compuso una obra en dos volúmenes para difundir “las glorias de María”.

Santo Domingo recibió la misión de propagar el rezo del rosario como medio eficaz para la salvación personal y la de todo el mundo.

¡Cuántos más han trabajado, escrito, hablado para fortalecer el amor a la Virgen o han fundado congregaciones dedicadas a su nombre! Varios papas han presentado a María como objeto de nuestro amor, de nuestra esperanza, de nuestra imitación, como Pío V, Gregorio XIII, Clemente XI, Benedicto XIV, León XIII, los cuales han reconocido que, gracias a ella, la Iglesia se ha librado de peligros mortales y han aconsejado el rezo del rosario y el recurso a ella en toda ocasión. Más cerca de nosotros, Pío IX proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción (el 8 de diciembre de 1854), ratificado por las apariciones de Lourdes. León XIII instituyó el mes del rosario (octubre). Pío XI materializó su devoción haciendo construir una gruta de Lourdes en los jardines vaticanos. Pío XII, consagrado papa en el día aniversario de la primera aparición de Fátima, proclamó el dogma de la Asunción de María en cuerpo y alma al cielo el 1 de noviembre de 1950 y recibió como respuesta, al atardecer de ese mismo día, en el cielo del Vaticano, el espectacular milagro del sol girando sobre sí mismo como en Fátima.

Juan XXIII, que escribió una encíclica sobre la devoción a la Virgen (el 2 de septiembre de 1961), encomendó a la Virgen de Loreto el resultado del Vaticano II.

Pablo VI celebró en Fátima el quincuagésimo aniversario de las apariciones (1917 – 1967) y publicó una encíclica sobre el culto a María (Marialis cultus, 2 de febrero de 1974), en la que insiste en el rezo del Ángelus, del rosario y de las letanías de la Santísima Virgen. En el discurso de clausura de la tercera etapa del concilio Vaticano II, proclamó a María Madre de la Iglesia.

Su Santidad Juan Pablo II es un alma mariana. Su escudo de armas lleva el lema Totus Tuus (“Todo tuyo”).



Fuente: materunitatis.org

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