lunes, 16 de enero de 2017

Tentaciones en la oración



Tentaciones en la oración

En momentos difíciles, una actitud religiosa es recurrir a la súplica, al grito de auxilio, a la oración para pedir que se resuelva la prueba, sane el enfermo, se reconcilien las personas… Y si no sucede según nuestra necesidad y solicitud, es posible que surja la duda sobre la eficacia de la oración, y hasta la duda de la fe en la bondad de Dios. Así habla el profeta en su desesperanza: “¿Hasta cuándo clamaré, Señor, sin que me escuches? ¿Te gritaré: «Violencia», sin que me salves? ¿Por qué me haces ver desgracias, me muestras trabajos, violencias y catástrofes, surgen luchas, se alzan contiendas?”

Pero quizá, lo más cierto es que seamos nosotros los que no sepamos comprender el mensaje que contiene el acontecimiento que nos parece negativo. El salmista nos invita a estar atentos: “Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.”

La duda y hasta la tentación de pensar que Dios no nos oye cuando le exponemos nuestras necesidades, cabe que se convierta en denuncia, según el Evangelio. “Los apóstoles le pidieron al Señor: -«Auméntanos la fe.» El Señor contestó: -«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar.” Y os obedecería”.

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